Después de un período de crecimiento rápido –el periodo de lactante y del niño pequeño–, en el que la alimentación está dirigida por los padres y muy supervisada por el/la pediatra, nos adentramos en los periodos pre-escolar (3 a 6 años) y escolar (6 a 12 años), de crecimiento moderado, donde adquieren relieve progresivo los aspectos sociales de la comida –la familia, el grupo, el comedor escolar–, que culminan con la pubertad, inicio de la adolescencia, que aúna un nuevo aumento de las demandas metabólicas y los grandes cambios, tanto en la fisiología como en la personalidad, que condicionan los hábitos alimentarios.
Por tanto, la alimentación complementaria es el momento y tiempo excelente para sembrar y afianzar las bases de la alimentación futura y demás hábitos de vida saludables.
Pediatra Ana Véliz